Desde Mostar nos acercamos hasta Blagaj, un pueblecito situado a menos de 20 km de Mostar. Un pueblo famoso por su situación, rodeado de naturaleza y con una rica historia cultural.

Uno de los atractivos más curiosos es el nacimiento del río Buna, que surge desde el interior de una gran cueva Kárstica, situada en las paredes de unos acantilados con cerca de 300m de altura.

En la cumbre de los acantilados, se encuentran los restos de la fortaleza donde vivía el señor medieval Herzog, de cuyo nombre deriva Herzegovina, uno de los territorios que forman el país

El agua fluye; dentro de la cueva, con una intensidad de más de 40.000 litros por segundo y forma una gran manantial de color turquesa que corre veloz entre las piedras formando pequeñas cataratas…

Lo más interesante del lugar es el Tekke o Monasterio de la orden Sufí de Derviche de Blagaj, creado hace ya más de 500 años, cuando los otomanos visitaron el lugar y quedaron maravillados ante la belleza y las sensaciones que desprendía el impresionante sitio.

Los Derviches; provenientes de Turquía, son una hermandad Sufí que destaca por su intenso ascetismo. Representan una interpretación mística del Islam con una fuerte unión y contemplación de la naturaleza. En los Tekke, los Derviches realizan sus ritos y oraciones durante tres noches a la semana y realizan charlas y discusiones científicas, muchas veces acompañadas de retiros espirituales…

En la actualidad, Blagaj atrae a numerosas personas; muchas de ellas jóvenes, que vienen a conocer uno de los monasterios más importantes de los Sufíes y profundizar en su historia y en sus enseñanzas..

Esperamos nuestro turno; junto a un grupo de jóvenes musulmanes, para subir a la pequeña embarcación que se impulsa a través de una larga soga..

Las sensaciones al introducirte en la cueva aumentan a medida que la barca recorre el interior de la gran cavidad..El agua; de un color azul intenso, brota hacia el exterior con rapidez para formar el cauce del río Buna.

Ya en el fondo de la cueva siento como ha bajado la temperatura y un pequeño escalofrío recorre mi cuerpo, no sé si por la temperatura o por la sensación de estar en tan curioso lugar…

Al salir hacia el exterior varias personas hablaban en un curioso balcón del monasterio muy cerca de las escaleras que llegaban hasta el agua…

Nos acercamos por la ribera del río hasta el puente; con varios macetones repletos de flores de diferentes colores y poder cruzar a la otra orilla y entrar en el monasterio. El suelo hasta la entrada, tiene unas losetas de piedra que te llevan hasta la puerta principal. Destaca un rótulo en que leemos “El”, el nombre que utilizan los Sufíes para llamar a Dios…

Antes de entrar, una religiosa aconseja a las mujeres que se cubran la cabeza y ella misma te ofrece varios pañuelos que ella coloca con precisión..A nosotros nos ofreció unos “pareos” naranjas que nos ajustamos listos para entrar, después de quitarnos los zapatos.


El edificio fue construido en 1520 durante el período otomano, con elementos arquitectónicos otomanos mezclados con elementos de carácter Mediterráneo. El monasterio en su interior es algo complicado, con habitaciones y dormitorios pequeñas.

En una de las habitaciones con ventanas con vistas al río Buna había un Corán abierto apoyado sobre un trípode y un pequeño mantel de encaje…Las alfombras de bellos colores, cubren casi la totalidad de los suelos y las puertas de maderas nobles destacan por sus bellas molduras y con relucientes barnizados…

Nos sentamos en una de las habitaciones más llamativas, con coloridas alfombras y techos muy trabajados de ricas maderas con una sencilla lámpara de cristal. Un gran banco con colorida tapicería, recorría casi toda la habitación y era; en ese momento el lugar perfecto para acomodarse..¡Instantes mágicos!!..Sólo se escuchaba el sonido del agua tras las ventanas y algún trino de los pájaros que sobrevolaban el río..Una pequeña brisa, hacía más agradable este momento de silencio y tranquilidad..

Saturados de tranquilidad, continuamos vagando por las habitaciones, una de ellas, con un curioso techo de estrellas que dejaban pasar la luz a través de coloridos cristales…

En otra de las estancias, se encontraba una pequeña fuente de piedra; posiblemente para las abluciones, con una pequeña hornacina con varios cuencos de cerámica y muy cerca; en otra habitación, una estantería con pequeños libros de cantos doradosLa visita termina en el balcón de madera sobre el río, una posición privilegiada para contemplar todo el conjunto..Sin duda..Una visita inolvidable..